Por: Iv Morales
La seguridad es un área que está quedando pendiente en el actual gobierno federal.
Y sin duda esta deuda así quedará.
Al Presidente Andrés Manuel López Obrador no se le ven intenciones de enfrentarse abiertamente al crimen organizado que se extiende por todo el país en este último año de gobierno.
Se mantiene firme en su propuesta de “abrazos, no balazos”.
¿Hasta qué punto está haciendo lo correcto? ¿Lo sabremos algún día? Seguramente sí.
Como descargo a su favor, podemos opinar que López Obrador está consciente de lo que está haciendo. Esto le tocó a él hacer.
El se puso en mente encabezar un gobierno distinto, y lo ha demostrado.
Prometió rescatar al país de la corrupción, que era más grave que la inseguridad en el país, y dicho sea de paso se han visto esfuerzos en esa dirección.
Podríamos decir también que el Jefe del Ejecutivo Federal se ha cuidado de no incurrir en desvío de recursos para su beneficio personal o de su familia, que en anteriores sexenios era tan evidente como escandaloso.
Ha tenido cuidado de no aparecer ante los mexicanos como un Presidente avaricioso.
No recuerdo algún sexenio donde el Ejecutivo Federal decidiera por sí mismo bajarse el sueldo, y exigir que todos los funcionarios de menor nivel hicieran lo mismo, y que tales ahorros fueran correctamente canalizados en beneficio de la población más vulnerable.
Hay inseguridad, sí; es innegable e inocultable. Pero la pobreza de la población hacía que las bandas de delincuentes tuvieran fácil acceso a cientos de miles de jóvenes sin oportunidades de estudio ni de trabajo, a quienes reclutaban con mucha facilidad.
Ahora, esos cientos de miles de jóvenes están siendo incorporados a programas de gobierno que les permite acceso a oportunidades de empleo o a la creación de pequeños negocios.
Eso, en alguna medida, los aleja del lente de los grupos delictivos, que a cinco años del gobierno lopezobradorista están teniendo problemas para reclutarlos y enrolarlos.
En mi opinión, López Obrador se enfocó en poner las bases para un México distinto.
De antemano sabía, como también todos los mexicanos, que sería imposible que se revirtiera tanto daño causado a México por malos gobernantes que lo antecedieron en el cargo.
Un solo hombre, por excepcional que sea; lleno de virtudes; con la mejor de las intenciones, con valor y valores, no puede hacer solo el trabajo de cambiar a México en seis años.
Hay otros poderes además del Ejecutivo que no hicieron su trabajo a favor de México, sino en contra.
Tanto el poder legislativo como el judicial jugaron en contra de los esfuerzos del Presidente López Obrador.
Panistas, priistas y perredistas dolidos por el buen desempeño del actual sexenio, obstaculizaron todo; se opusieron a todo, pues sus intereses están demasiado ligados a las oligarquías empresariales de este país.
Estos tres partidos políticos están siendo mangoneados por esas oligarquías, cuyo representante es Claudio X. González. Obvio que los dirigentes nacionales de estos partidos no están dejándose manipular por el señor X. nada más así, deoquis.
Deben estar recibiendo su paga correspondiente. Y no creo que sean unos cuantos pesos. A ese nivel se habla de miles de millones de pesos, y cuando las cosas se le complican a los oligarcas, recurren a los cañonazos con billete verde.
El Poder Judicial jugó el mismo juego; oponiéndose y obstaculizando todo lo que estaba encaminado a la Transformación de México, pues sus cargos se los deben a los gobiernos anteriores del PRI y del PAN, a cuyos intereses sirven.
El primer paso ya se dio. Ahora falta encontrar a la persona que se hará cargo de la segunda etapa de la Transformación que tanto le urge a México.
Una equivocación de los mexicanos al momento de elegir al próximo gobernante, echaría por tierra lo logrado por el actual Presidente.
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