Por: Selene Ojeda
No en vano le llaman la elección más grande de México a la que se celebrará el 1 de julio de 2018, puesto que se renovarán en todo el país, 3 mil 416 cargos de elección popular, claro, el más importante de ellos, el de presidente de la República, con lo que la democracia en México pasará su prueba de fuego quizá como nunca antes.
Ocho gubernaturas mexicanas estarán en juego, más la jefatura de gobierno de la recién renombrada Ciudad de México, donde todo parece indicar que el PRD no volverá a ganar como siempre, sino será Morena el partido que gobierne esa metrópoli. Asimismo, 128 senadurías, las 500 diputaciones federales (300 por mayoría relativa y 200 por representación proporcional).
En cuanto a los ayuntamientos, se renovarán mil 596 puestos en toda la nación azteca, 591 diputados locales por mayoría relativa y 391 de representación proporcional, entre otros cargos de menor importancia en los estados donde funcionan juntas municipales o concejales.
Todos los partidos están aceitando su maquinaria, diseñando sus estrategias, haciendo pactos entre los grupos políticos al interior y exterior, porque no es poco lo que está en disputa, y más que nada, ante un escenario muy complejo por tantos aspirantes a la presidencia de la república, ya sea por alguno de los partidos existentes, o de manera independiente, lo que los obligará a disciplinarse y ceder si no son los elegidos.
Es muy probable que los actuales dirigentes nacionales de los partidos más importantes y antiguos, no lleguen al estar al frente del proceso electoral, Enrique Ochoa Reza, del PRI, ha alardeado mucho sus victorias de este año, pero ¿realmente podrá con una elección federal tan relevante? Ricardo Anaya Cortés se siente muy firme en su posición, ¿tiene la experiencia y sapienza para hacer ganar al PAN con un frente opositor? Alejandra Barrales Magdaleno, quien sólo busca su propio bienestar y favorecerse de su cargo, no tiene tablas para posicionar al partido del Sol Azteca en una segunda fuerza, ni aun aliada con un instituto de derecha en la ruta aliancista que pretende concretar a pesar de la oposición de muchos militantes de peso.
A nivel estatal existe un escenario de escepticismo entre la ciudadanía toda vez que el gobierno estatal no está respondiendo a la altura de las necesidades existentes ni a las promesas que el siempre sonriente gobernador Quirino Ordaz Coppel planteó en campaña, incluso, a medio año de gobernar, decidió tomar vacaciones veraniegas en medio de un Sinaloa violento y en crisis.
Tampoco causó mucha simpatía el hecho de que la Comisión de Fiscalización del Congreso del Estado aprobara por mayoría priista las cuentas públicas del exgobernador Mario López Valdez, esto obviamente en clara compensación por el hecho de que en su momento, Malova no denunció a ninguno de los exfuncionarios anteriores ni a su antecesor Jesús Aguilar Padilla, quien también dejó temblando al estado. El silencio se paga y al ahomense se lo debían.
Esta situación seguramente no beneficiará mucho al PRI en los próximos comicios, los electores quizá no estarán dispuestos a confiar en los partidos, y menos en los que se tapan con la misma cobija pero hacen como que la virgen les habla para ganar simpatías populares, esto podría incrementar notablemente el abstencionismo, votos nulos y que los gobernantes que lleguen al poder lo hagan con el apoyo de una mínima cantidad de ciudadanos.
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