Una jovencita proveniente de la fronteriza ciudad de Tijuana, estuvo a punto de ahogarse en la playa La Ensenadita, de Guasave, luego de que después de ingerir alimentos se metió al al agua sufriendo una congestión.
La afectada fue identificada con el nombre de Alejandra “N” de 17 años de edad, la cual convivía con la familia en esta playa Guasavense.
Afortunadamente, se encontraban cerca elementos del cuerpo de rescate acuático de Bomberos y personal del Instituto Municipal de Protección Civil, quienes de manera inmediata le prestaron los primeros auxilios y RCP, así como algunos civiles que ayudaron para sacarla del Mar.
En una unidad de Protección civil la joven fue trasladada de manera inmediata a un hospital de la ciudad de Guasave y en el trayecto, fueron encontrados por paramédicos de la Cruz Roja, quienes siguieron el procedimiento de reanimación hasta que la llegaron al hospital general.
Minutos después, Alejandra fue sacada del general para llevársela al IMSS por ser derechohabiente, donde al parecer se encuentra fuera de peligro.
En diferentes páginas de salud consultadas en la Web, ofrecen una explicación científica detrás de esto es muy lógica: cuando comemos, nuestro corazón bombea una gran cantidad de sangre a nuestro estómago para llevar a cabo la digestión. Al momento de comenzar a nadar, la sangre también circula hacia los músculos, y este desvío es lo que podría causar un calambre.
Según el especialista Luis Miguel Becerra, si la persona entra a una piscina a hacer actividad física después de una comida, la irrigación de la sangre cambia, lo que favorece una contracción muscular. “Esto se altera porque el organismo no sabe si priorizar la digestión de los alimentos o la actividad física.
Por ello; Recuerda comer al menos una hora antes de tirarte a la piscina porque sino tendrás que luchar contra el hinchazón y la sensación de pesadez.
Así que, si has ingerido una comida sustanciosa, chapotear en la piscina no representa un problema, pero podría ser una buena idea esperar antes de nadar enérgicamente. La realidad es que nadar con el estomago lleno puede incomodar a quien realiza el ejercicio y, en algunos caso, puede derivar en el vómito.
Lo que ocurre es que se produce un colapso cardiocirculatorio provocado por la diferencia de temperatura entre la piel y el agua, que lleva a un secuestro de sangre hacia la piel. El cuerpo intenta guardar el riego del cerebro y no lo consigue, por lo que se pierde la consciencia.
Fotografía sólo con fines ilustrativos
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