Por: Iv Morales
Urge recuperar valores morales. No podemos descuidarlos, de lo contrario nos estamos convirtiendo los mexicanos en una sociedad en declive; en una generación perdida, inescrupulosa.
Necesitamos estar plenamente conscientes de si estamos actuando bien o estamos actuando mal.
En qué medida actuamos con responsabilidad o somos irresponsables en lo que hacemos.
Nuestro entorno en la mayor parte del país es hostil hacia nosotros mismos, y ni qué decir hacia extranjeros que visitan nuestro país.
Un accidente carretero es aprovechado para el saqueo y para el bandidaje. Para una familia mexicana o extranjera que sufre una ponchadura en su trayecto por carretera, sea en despoblado o cercano a una población, resulta muchas veces en graves pérdidas y hasta en agresiones por quienes deambulan por carreteras en motocicletas o en otro tipo de vehículos.
Cuando una persona o familia sufre este tipo de percances en cualquiera de las carreteras de México, con sus muy raras excepciones, su mentalidad no es que le van a ayudar, sino que lo van a perjudicar, con riesgo de perder hasta la vida.
Es la impresión que se tiene de nuestro país.
Camiones de carga con diferentes artículos de valor, e incluso transportes de animales, cerdos, reces, pollos, etcétera, al sufrir alguna volcadura, de inmediato son rodeados por gente que no tienen la intención de ayudar a rescatar la carga y tratar de auxiliar al conductor de la unidad accidentada, sino a saquear, sin importarles en lo mínimo el estado de salud de los trabajadores del volante.
¿Será por hambre que saquean tiendas de auto servicio en tiempos de huracanes y temblores y otros movimientos telúricos?
No es por hambre que, en Acapulco, Guerrero, más recientemente, y en Los Cabos, en Baja California Sur familias completas se lanzaran a las calles a derribar cortinas para abrir negocios y sacar electro domésticos, pantallas de televisión y otros artículos que no están relacionados con alimentos.
Muchos de ellos aparcaban camionetas de cierto lujo y trataban de llenarlos de aparatos electrónicos y todo lo que podían, menos alimentos.
Funcionarios de gobierno de nivel medio participaron en los saqueos en Acapulco, Guerrero. ¿Fue por hambre? No. Este funcionario tiene su sueldo, y seguramente no iba a dejar de recibirlo como consecuencia del huracán Otis.
No es por hambre en el caso del resto de la población, porque el hambre y la desesperación por allegarse alimento al cuerpo se manifiesta pasados dos o tres días, y en los casos referidos casi se incurre en saqueos simultáneamente a los huracanes o en el momento mismo de las volcaduras en carreteras.
Los mencionados son solo algunos referentes, y esto no puede continuar así. Nuestra sociedad está perdiendo sus valores, y los que conserva están prendidos de alfileres.
México debe iniciar urgentemente una campaña de recuperación de valores, que nos permita ser un país modelo a nivel internacional; que podamos internamente los mexicanos confiar en nosotros mismos; que volvamos a la armonía de hace 30 años, cuando muchas casas mantenían sus puertas abiertas durante la noche, y se dormía tranquilamente sin nadie que le molestara en sus bienes y en su tranquilidad; cuando caminabas por los caminos rurales rumbo a tu trabajo Enel campo, cualquier conductor te daba un “aventón”, ahora lo piensan dos veces para detenerse por temor a ser asaltado y despojado de sus unidades
Aquellos tiempos inspiraban confianza. La PALABRA tenía un alto valor en los tratos que se hacían en el comercio y en financiamientos; ahora ni firmas en 10 hojas, contratos ante notarios públicos u otras maneras, le garantizan a ningún comercio, ni ningún banco, ni ningún particular, el cumplimiento de los compromisos contraídos. Y en este asunto por ambos lados se corren los riesgos.
¿Son otros tiempos? ¿Es parte de la evolución humana?, sí, pero lamentablemente a la inversa.
Urge que mejoremos nuestra convivencia y fomentemos la empatía mutua.
Hay una expresión actual que refiere que el 50 por ciento de la población mexicana se levanta buscando a quien perjudicar para su beneficio, y el otro 50 por ciento se levanta tratando de evitar ser afectado por los otros 50 por ciento.
Yo me atrevo a decir que no son 50 y 50 por ciento, sino que es más desproporcionado este porcentaje.
Sin temor a equivocarme, yo pudiera asegurar que el 70 u 80 por ciento de la población mexicana se levanta todos los días buscando una ventaja sobre los demás para beneficiarse, a costa de lo que sea y al costo que sea.
Como sociedad, como padres de familia, como gobierno, es mucho lo que tenemos por hacer para que esta generación no siga en caída libre hacia el precipicio.
El grado de descomposición es ya intolerable e inocultable ante propios y extraños, y ello debe empezar a preocuparnos.
Desde el seno familiar necesitamos asumir el compromiso de enseñar valores humanos a nuestros hijos y nietos, por su propio bien. Además, ser ejemplo para ellos de que nos regimos por valores como el amor, la amistad, la bondad, la confianza, fraternidad, honor, honradez, justicia, libertad, solidaridad, paz, respeto, responsabilidad y tolerancia.
La escuela debe unirse a este esfuerzo y en el uno-dos con los padres de familia, caminar en darle solidez a todos esos valores familiares básicos, de lo contrario en poco tiempo la descomposición social será sumamente lamentable e incorregible.
Hagamos un esfuerzo todos aquellos que coincidimos con este tema y estemos rogando porque más y más se incorporen a este esfuerzo de rescate de valores, POR EL BIEN DE LA FAMILIA; POR EL BIEN DE MÉXICO.
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