Por: Iv Morales

En 1989, el primer día de octubre, partió Manuel Jesús Clouthier del Rincón, mejor conocido como “Maquío”.
Clouthier incursionó en la política y penetró tanto en el ánimo de los mexicanos que “provocó” la “caída” del sistema con el que se contarían los votos que definirían en la elección de 1988 quien se alzaría con el triunfo electoral en esa contienda donde participaba Maquío por el PAN, Cuauhtémoc Cárdenas por el PRD, y Carlos Salinas de Gortari, por el PRI.
Hoy en México hay un sentimiento que muchos comparten; se extraña al apasionado empresario y político sinaloense.
Para muchos, panistas y no panistas, la partida del Maquío fue demasiado temprana, a las edad de 55 años.
La impresión de muchos, incluso del que escribe, tenía aún mucho que dar en la política y en la administración pública, con todo y que desde el interior del mismo Partido Acción Nacional traicionaron sus ideales y se aliaron a sus enemigos.
En las elecciones de 1988 la caída del sistema de cómputo sirvió para que Carlos Salinas de Gortari, el padre del Neoliberalismo en México, asumiera la presidencia de la República.
A Cuauhtémoc Cárdenas, según esos cómputos inventados posteriormente, le darían un segundo lugar, y al sinaloense y combativo Clouthier, le dejarían en un tercer lugar.
Los números no fueron confiables, y en muchos mexicanos quedó la impresión que Maquío había dado la sorpresa y les había ganado, tanto a Salinas como a Cárdenas.
Se veía en sus giras proselitistas como la gente se le entregaba al exitoso empresario metido a la política.
Para el PRI fue más conveniente darle un segundo lugar a Cárdenas, por su cercanía con el poder a través de su padre Lázaro Cárdenas del Rio, quien había llegado a la Presidencia por el antiguo PRI.
Durante mucho tiempo se mantuvieron marchas y plantones de protesta exigiendo el conteo de votos para que se definiera de bien a bien al ganador, pues para millones de mexicanos, no solamente para el PAN y el PRD, la victoria de Salinas de Gortari era dudosa.
El cambio debió haberse dado desde aquel momento, y no en el 2000 como sucedió con Vicente Fox Quezada, del PAN.
Otra hubiera sido la historia de México si Salinas de Gortari no hubiera llegado al poder en las elecciones de 1988.
Cualquiera de los dos contendientes restantes Maquio o Cárdenas, le hubieran hecho menos daño a nuestro país en vez de Salinas.
El Ing. Manuel Jesús Clouthier del Rincón tenía propuesta; tenía ideales. Podía hablar y decir lo que pensaba del sistema político mexicano, porque tenía calidad moral para hacerlo.
Tenía poca cola, quizá nada, que le pisaran en todo su historial personal y empresarial, por ello caló muy hondo su discurso por todo el país; por ello penetró en el ánimo de los mexicanos y, a mi parecer, el fue el ganón en 1988, más que Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo del General.
Falta un Maquío. Y lo digo porque creo que en las filas empresariales debe haber hombres y mujeres limpios, sin mucha cola que les pisen, que pueden representar electoralmente al panismo o al priismo nacional.
Personas con buen criterio, con carácter, con talento, con visión de futuro, con propuesta visionaria de un México mejor.
En tanto estén inventando figuras que en nada reúnen estas características, difícilmente atraerán la atención de los mexicanos para que vuelvan al poder los llamados conservadores.
Falta un Maquío, pero también que expulsen a todo político indeseable de los tres partidos que hoy están coaligados, PRI, PAN, y PRD. Que expriman totalmente a los partidos y saquen a los mercenarios de la política que están dentro de estos tres partidos y que solo buscan su provecho y no el de sus militantes.
Falta un Maquío, pero también necesitan meter a la cárcel o mandar al exilio a miles de políticos que han robado a más no poder al interior de los mismos partidos, y en los puestos que hay ocupado en gubernaturas, alcaldías, diputaciones, senadurías, etcétera.
Se necesita una sacudida total y sanear esas cuevas de Alibaba, cuevas de ladrones en que están convertidos los partidos políticos en México.
Falta un Maquío, no una copia barata del sinaloense. 

 

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