Por: Iv Morales

“O todos hijos o todos entenados”, una expresión popular incluido en el diccionario.
Derechos iguales para todos en México, la gran demanda.
Hay una gran diferencia de trato para el mexicano de a pie con los trabajadores del gobierno en todos los niveles.
Los empleados del pueblo, porque son servidores del pueblo que les paga con sus impuestos, viven privilegios a los que sus patrones no pueden acceder; privilegios que le son vedados a los que supuestamente mandan en esta empresa que se llama México.
Desde los municipios, pasando por el gobierno estatal y llegar al gobierno federal, ya reciben un trato privilegiado; ya van al ISSSTE, que es lo menos, porque lo más es que con dinero del pueblo, contraten Gastos de Servicios Médicos Mayores, donde ya se atienden en hospitales privados; ya pasan a ser parte de la burocracia dorada, aunque solo sea durante un corto periodo de tiempo, mientras están ocupando el cargo, el cual no quieren dejar por ningún motivo, y pelean con todo y con todos para no quedar fuera del presupuesto y de los privilegios, como sucede actualmente con trabajadores del Poder Judicial de la Federación.
Imagínese usted amable lector lo grato que sería encontrarse en la fila del IMSS, esa fila interminable que hacemos los derechohabientes desde las tres o cuatro de la madrugada en la explanada exterior del Seguro Social, a los diputados locales y federales; también a los senadores de la República, a los jueces y magistrados y funcionarios de todas las dependencias creadas para el servicio de los mexicanos.
Sería genial aprovechar estas cuatro o cinco horas, que son la espera para recibir esa ficha del IMSS para ser atendidos en uno de sus consultorios médicos, para echar la platicada con tales servidores públicos.
Sería grata una charla con uno de estos funcionarios durante las tres o cuatro horas de espera en las largas filas que se forman al momento de recoger los medicamentos en la farmacia del IMSS, y ver que cara ponen cuando les informan que no tienen disponible tal o cual medicina y que debe volver días después o semanas después ya que los surtan al instituto.
Señores políticos y funcionarios públicos que se dicen demócratas, no sean incongruentes. Lo que ustedes viven no es democracia, son burocracia dorada, son una casta privilegiada que, por el hecho de ocupar un puesto en el servicio público, se ubican por encima de quienes les pagan, y abusan de sus puestos sirviéndole al mejor postor en todas las áreas del gobierno.
Si quieren realmente demostrar que son demócratas de corazón, renuncien y bájense al nivel de sus patrones los mexicanos, y vivan, como lo pedía el Presidente Benito Juárez, “en la justa medianía”.
Lo que están haciendo es abusivo y ofensivo, pues suena ilógico que un empleado tenga privilegios que su patrón no puede tener y a los que no puede acceder si no ocupa un puesto de servidor público; o sea, pasar de patrón a empleado. Tremendo caso.
“O todos hijos o todos entenados” pues. No debe haber mexicanos de primera, de segunda, de tercera y marginados.
El tema viene a cuento por la confrontación que están teniendo trabajadores de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con el poder legislativo federal por la extinción de 13 fideicomisos por una cantidad de aproximadamente 15 mil millones de pesos que tenían los primeros y que les fueron quitados.
Seamos sinceros. En México, existe la impresión que se llegó al colmo de impartir justicia al mejor postor.
Miles de casos donde el patrón, o sea los mexicanos en general, vivieron experiencias terribles en las que, durante un juicio donde el pobre es el demandante, al que le asiste la razón y la ley, terminaban siendo encarcelados porque sus contrarios compraban la decisión de los ministerios públicos y los jueces y magistrados.
Existe la impresión en todo el país de que la impartición de justicia favorece al que tiene dinero y está dispuesto a soltarlo al contentillo de los juzgadores en todos los niveles.
O sea. Estos juzgadores agarran su sueldo y agarran también en los casos legales que llegan a sus oficinas. A dos manos.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, en defensa de sus privilegios y de sus lucros, argumenta que necesita los miles de millones de pesos que tiene y los nuevos millones de pesos que año con año solicitan extra, para pagarse buenos sueldos y no corromperse, y que sin ese dinero no pueden ser eficientes en la impartición de justicia pronta y expedita, sin embargo, incurren en mentira, y esto puede demostrarse.
En primer lugar, los buenos sueldos no son garantía de no corrupción, pues los juzgadores se llenan los bolsillos con “cochupos”, con transas, negociando sentencias, donde el que tiene dinero, aunque sea culpable, termina siendo inocente y el inocente sin dinero termina siendo culpable.
En segundo lugar, y más que clara su ineficiencia con todo y los miles y miles de millones de pesos que han ejercido en años anteriores, queda al descubierto con la existencia de presos en las cárceles que, después de 10, 20 o más años, no son sentenciados, y no se trata de personas de dinero, sino los más desprotegidos, los patrones que contribuyen con el pago de sus lujosos viajes, vehículos, seguridad personal y familiar, etcétera, a los que dicen servir y defender en su inocencia. El mexicano de escasos recursos, pues.
Los que tienen dinero, muchos de ellos, aún siendo responsables o existen evidencias de culpabilidad, en cuestión de horas, y sin tocar siquiera una cárcel, son liberados de toda culpa, y son exonerados y su prestigio queda limpiecito, y andan tan campantes disfrutando el dinero del que se apropiaron indebidamente, en perjuicio de los mexicanos.
Podemos enumerar casos, algunos de ellos. Está Rosario Robles, con la estafa maestra; la esposa de Genaro García Luna, quien tenía congeladas las cuentas al caer en manos de la justicia en Estados Unidos, y le fueron descongeladas por el Poder Judicial de la Federación.
Está lo de Iberdrola. Miles de millones de pesos de una infracción que debió pagar y el poder judicial lo exoneró. Los miles de millones de pesos, al parecer 25 mil millones de pesos, que no ha pagado “el tio Richie”, dueño de Elektra, Banco Azteca y otras empresas, Ricardo Salinas Pliego, protegido por jueces y magistrados del poder judicial federal.
Lo de PEMEX es otro caso. Lo de el Cártel Inmobiliario donde existen evidencias muy claras de corrupción de panistas, entre las que se encuentra la pre candidata a la Presidencia de la República, Xóchitl Gálvez.
Y así podemos seguirle y armar una lista interminable de casos que involucran al Poder Judicial y que están a la vista de todos los mexicanos, procederes que dejan mucho que desear y muy mal parados a los juzgadores en todos los niveles.
Por eso, creo yo, que esta casta dorada se sensibilizaría más si se les quitan sus privilegios y se le pone al nivel del pueblo al que dicen servir. Serían más sensibles si se dieran baños de pueblo, si supieran como viven los que les pagan sus sueldos, si vivieran el viacrucis en salud, en educación y en alimentación.
Conocerían en el trato directo con sus patrones por lo que pasa un campesino para producir los alimentos que requieren los mexicanos, y como batallan para poder vender sus cosechas y no dejarse robar por “coyotes” compadres, amigos y cómplices de políticos, y los malabares que tienen que hacer para mantener sus familias.
Sería genial un cambio constitucional en ese sentido. Que todos los servidores de los mexicanos, desde el mismo presidente de la República, estén sujetos a la seguridad social del IMSS y todo lo demás, hasta pensiones de 4,800.00 pesos bimestrales, y sueldos igualitarios a otros trabajadores según su nivel y desempeño, y que no tengan fuero, porque el pueblo, su patrón, no tiene fuero.
Creo que México daría un salto cuántico en lo que a verdadera democracia se refiere.
“Todos hijos o todos entenados”. Es la propuesta. 

 

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