Por: Armando Ojeda.

El conejo fue un simple regalo. Había llegado a la casa del viejo Carranza cuando el animalito contaba apenas con dos o tres días de nacido.

Era entonces, un “CONEBEBÉ”, según lo describió Leodegaria, mujer de Carranza, el campesino a quien se le había obsequiado aquel animalito.

Parecía aquel pequeño espécimen de origen Ibérico, según descripción de los estudiosos de su descendencia, una pequeña bola de nieve.

Solo sus dos pequeños ojillos, resaltaban por entre el pelaje blanco de su cabecita. Sus incipientes dientes, mostraban ya lo filosos y alargados que serían en su etapa adulta.

Mira “Yaya”, gritó Carranza, el viejo tractorista de aquel rancho agrícola de la zona norte de Sinaloa, al momento de arribar a su humilde hogar, mostrando  orgulloso entre sus brazos el pequeño obsequio, que según aseguró, otro labriego le había hecho llegar.

Leodegaria, mujer regordeta y de pocas pulgas, salió de la cocina secándose con el mandil sus manos impregnadas de la húmeda masa de maíz con que echaba tortilla al comal de la hornilla, para gusto y honra del excelente apetito que distinguía a su marido.

¿Qué chingados traes entre las manos, Carranza?, preguntó la jefa del hogar, al tiempo de salir al patio, haciendo sombra con sus manos para ver mejor.

Es un conejo y de los blancos…Está muy bonito… Me lo regaló “Chuy” de la Lola”.

Ijuelachingada”, puras pendejadas acarreas tu viejo, yo pensé que era un pedazo de manteca Inca pa´ las tortillas de harina”, respondió Leodegaria, al tiempo de regresar a sus quehaceres culinarios.

Sin hacer caso al mutis de su mujer, Carranza siguió sus pasos, advirtiéndole sobre sus planes para con el conejo; “Le voy hacer una casita a éste conejito, y lo voy a convertir en mi mascota consentida”.

Tránsito, será su nombre, en honor a un carnal que trabaja en la corporación de Los Mochis, anunció.

El obsequio de “Chuy de la Lola”, fue altamente valorado por el viejo Carranza, al grado que desde el día en que lo llevó a su casa, el blanco  ejemplar se convirtió en su adoración, y según trascendidos, con el tiempo sería incluso, parte importante de su familia.

Desde su etapa infantil lo alimentó vía biberón con su lechita bronca, y ya entrado en edad, el conejo se deleitaba con todo tipo de frutas, verduras y legumbres, mismas que al más puro estilo de El Chenel”, recolectaba en los sembradíos de la región y los diversos empaques que por los mismos rumbos operaban.

Innecesario sería decir que el gran desarrollo físico del conejo estaba a ojo visto de la gente… Regordete, inquieto y cuidado con amoroso esmero por el hombre que lo había acogido y llevado a su casa como si se tratara del hijo que nunca había podido procrear con Leodegaria.

Y así transcurrieron varios años, en que la vida del campesino  y “Tránsito” el conejo,era la misma cosa.

Y es que para los habitantes de la región en que Carranza vivía, era común observarlo arribar a todo tipo de evento público o familiar, siempre acompañado de su blanca mascota.

Los asistentes a las ferias regionales, Jugadas de Volibol, baraja, dominó, “tacuachadas, bailes populares, bodas, bautizos y celebraciones de 15 años, fueron fieles testigos por mucho tiempo de la presencia de la famosa e inseparable pareja de Hombre y conejo.

EL DIA DE LA TRISTE SEPARACIÓN.

Pero como en ésta vida, toda gran historia tiene su final, la que hoy estoy narrando no podría ser la excepción.

Un buen día, el famoso Carranza recibió una invitación al cumpleaños de Silverio, un viejo amigo y compadre; Habrá cerveza, un “cochito tatemado y la infaltable jugada de baraja, anunciaba el festejado.

En la fecha del evento, desde temprano Carranza se bañó y solicitó a su mujer el mejor cambio de ropa que tenía colgado en una de las dos puertas del ropero de la casa.

El baño para “Tránsito” era también un ritual infaltable en ese tipo de reuniones, por lo que al filo del medio día, ambos estaban ya listos y perfumados para partir hacia el sitio de la tertulia.

Y todo resultó conforme a lo planeado; Llegaron puntuales a la casa del compadre, enclavada ésta en las afueras de un viejo poblado de Guasave el municipio.

El ritual de la bienvenida por parte del anfitrión fue apegado a las prácticas comunes en los ranchos; “Pásele compadre…Páseleee, que bueno que vino”.

Y en esos casos, el saludo de cortesía para la mascota, era ya parte entendida del ritual…”Ya está grande Tránsito” compadre…Cómo ha crecido el canijo conejo, expresó el fiestero en lo que todos entendieron un cumplido para el visitante.

Enseguida, sin quitar la vista del animalito, Silverio, dijo a Carranza: Oiga compadre; ¿Por qué no metemos a su animalito a un corral donde tengo varias conejas en etapa de apareamiento?. Sirve que socializa un poco, mientras usted come, toma y juega a gusto y sin el pendiente de su cuidado.

¿Y es seguro el corral compadre?; “Es que mi animalito no está acostumbrado a separarse mucho tiempo de mi, y la verdad, tengo miedo que se me enferme de tiricia, respondió.

!!!!! No pasa nada compadre¡¡¡, reaccionó en tono molesto Don Silverio; Además dijo, va estar entre pura conejada.

Quizá por la pena, y en parte para salvar las miradas y frases irónicas de algunos asistentes, el buen Carranza, accedió a la petición de su compadre, y acto seguido, juntos llevaron al conejo al albergue provisional.

Y pasaron, tres…Cuatro y cinco horas de borrachera, para que Carranza diera por terminada su presencia en la pachanga, más por el pendiente del conejo, que por las ganas de regresar a casa.

“Ya me voy a retirar compadre, anunció de pronto el convidado…”Ya es de noche y tengo pendiente por el conejo, y también por Leodegaria, expresó, quizá para no causar críticas del inventario humano ahí congregado

Al escuchar el motivo de la retirada de Carranza, la voz de uno de los hijos menores del cumpleañero se dejó sentir.

Oiga, le dijo al tractorista, su conejo resultó muy “pirujo”; Está muy contento y ya va por la segunda vuelta a la fila de las 20 conejas que están en el corral”…

Y enseguida el intrépido chamaco, expresó ante el grupo de personas ahí presentes; “Se me hace que ese conejo nunca había tocado baranda”, porque, desde que entró al corralito, no se ha bajado de las hembras del rebaño”, informó, provocando sendas carcajadas entre los presentes.

Ante tales informes, Carranza corrió desesperado hacia el corral con la intención de rescatar a su conejo de ese sitio de prostitución en que lo había abandonado a su suerte.

Llegó rápido el labriego, y se lanzó sobre su inseparable amigo con deseos de tomarlo entre sus brazos para colocarlo amoroso en su pecho y retirarse lo más pronto posible de ese corral de mala muerte.

Sin embargo, el sublime amor que el conejo le había profesado por tantos años, al parecer había llegado a un triste final; Y es que solo bastó que Carranza tocara las ariscas orejas del conejo, para que el animal le lanzara tremendas mordidas.

Sorprendido, por el comportamiento del conejo, le gritó desesperado; “Soy yo Tránsito”… Soy Carranza cabrón… La respuesta del embravecido conejo fueron otros dos severos mordiscos en ambas manos del cada vez más alarmado campesino.

Una cuarta y fuerte mordida en el dedo gordo de su mano izquierda, bastó para que finalmente Carranza, se diera por vencido en su intento de recoger al malagradecido conejo

“Lo perdí”, alcanzó a balbucear entre dientes, al tiempo de caminar lentamente, con su dedo y corazón sangrantes, el primero por la mordida y el segundo por el desprecio.

Se subió a su tractor, sin despedirse de nadie, y  condujo la unidad hasta llegar a su hogar, en cuyo patio estaba Leodegaria su mujer, sentada apaciblemente en una silla mecedora y comiéndose un pedazo de sandía.

Al verlo llegar, su esposa inquirió en un tono imperioso; ¿Qué te pasa viejo?…Te veo medio cabizbajo y sacado de onda; Y enseguida Leodegaria respingó intrigada; ¿¿¿¿ Oye Carranza, y Tránsito?…

 “Lo perdí para siempre”, respondió en tono entristecido el angustiado campesino.

¿¿¿Pero qué le pasó???, preguntó una vez más la señora.

¡¡¡ Se emputeció el Conejo, Yaya!!! Fue la escueta respuesta del viejo  Carranza.

MORALEJA… Cualquier semejanza con la actitud y comportamiento que han asumido los militantes, simpatizantes y líderes de los distintos Partidos políticos, con miras a lograr espacios en las próximas elecciones constitucionales del 6 de junio de este año 2021, podría ser una mera coincidencia con la historia de Carranza y Tránsito, su conejo.… Ya acabé. 

 

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